lunes, 4 de julio de 2016

EN UN LUGAR DE LA MANCHA

De cuyo nombre, sí quiero acordarme. Semana Santa es una buena oportunidad para volver al sur, en concreto a la tierra media de España, lugar de paso siempre, corazón y alma del carácter español, cuna de Don Quijote y no sabemos si por ello, una gran desconocida para muchos. De Campo de Criptana hasta Ciudad Real, hay una serie de lugares y gentes que descubrir, y que disfrutar, este año con la conmemoración del IV Centenario del la muerte de Miguel de Cervantes (y del gran Shakespeare, conocedor y admirador de su obra). La tierra media de España, es el alma de nuestro país. El Quijote y Sancho, son el paradigma de nuestra forma de ser, y es necesario entenderlos, para saber cómo somos. 
La Mancha fue siempre un lugar de paso. Una estepa, en la que aparecen lagunas como las Tablas de Daimiel (gran aeropuerto de aves de Europa, que contrasta con el fantasmagórico de Ciudad Real) o las lagunas de Ruidera (todas renombradas por un fantasioso Quijote), con asentamientos humanos desde la edad del Bronce (1.500 años A.C.), en época ibérica, romana, visigoda o árabe. En las propias tablas, hay tradicionales molinos de agua, que estuvieron en funcionamiento mientras los ojos del Guadiana lloraban las aguas dulces de la serranía de cuenca (antes de que la sobreexplotación de acuíferos y baja pluviometría, los hicieran desaparecer). Pero sobre todo, a que se implantaran en el siglo XVI los molinos de viento (esos malvados gigantes contra los que arremete el Quijote), que en las crestas de la gran llanura molían el grano de la fértil llanura manchega (es muy posible que la llegada de los flamencos con Carlos Rey Emperador, en especial la estancia como Arzobispado de Toledo de Guillermo de Croy, sucesor del gran Cisneros, por recomendación de su tío el todo poderoso asesor del rey, Guillermo de Xevres, no fuera ajeno a la proliferación de los mismos, traídos de los países bajos).
Lugar de paso,  y surcada por el Guadiana, éste asentamiento de una culturas milenarias, fue cabeza de puente en la reconquista, y lugar de amargas lecciones para los Reyes Cristianos. Para facilitar las incursiones del Califa de Córdoba contra la levantisca taifa deToledo, los musulmanes construyeron la fortaleza de Rabah (Qal at Rabah o Calatrava la Vieja), desde el mismo siglo VIII, con fieles señores procedentes del desierto de Arabia. El Rey de Castilla y León Alfonso VI (coetáneo y rival del Cid Campeador), la tomó tras conquistar de la antigua capital Visigoda deToledo, pero la llegada del emir de los Almorávides Yusuf ibn Tasufin cambió radicalmente el panorama. Tras levantar el cerco de reino taifa de Zaragoza, se enfrenta en Badajoz a éstos en Sagrajas, y es masacrado al ser envuelta la caballería pesada castellana  al frente de Minaya Alvar Fáñez (el mejor alférez castellano, tras el Cid) , por la caballería ligera Almorávide. Pero es en Consuegra, fortaleza romana mandada construir dicen, por el gran Trajano (hoy su aspecto recuerda al krak de los Caballeros, sede de los Cruzados Hospitalarios en Siria, pues fue reconstruido precisamente por el priorato de la Orden de San Juan en 1183), donde se produce el mayor desastre en 1097. El Rey Alfonso, espera a los Almorávides en el Castillo, y pide ayuda al Cid en Valencia, que envía a su hijo y heredero Diego y a Minaya (palabra origen romance y vascuence, que significa mi hermano, se entiende del Cid) Alvar Fáñez desde Valencia. La estrategia es enviar a la infantería flanqueada con cuerpos de caballería, pero de nuevo son envueltos y destrozados. Lo trágico fue la muerte heroica del hijo del Cid, que sin duda cambio la historia medieval de la época, y el destino de la ciudad de Valencia.  Transcurrieron casi cien largos años, y los monarcas Castellanos tratan de introducir a la Orden del Temple en La Mancha (Calatrava la Vieja estuvo bajo su control de 1147 hasta 1158), la Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, pero sobre todo las órdenes militares españolas  que surgen cuando desaparece el Temple (Santiago, Alcántara y Calatrava) serán las que  defenderán la disputada frontera, y atenderán a la repoblación de la Mancha, bajo la organización de un régimen feudal.  De hecho no será hasta el año 1195, que el Rey de Castilla Fernando VIII, tras recuperar Cuenca con ayuda del Rey de Aragón, se dispone a fortificar el Castro Ibero de Alarcos, pero varias incursiones de sus nobles hasta la misma Sevilla, hace que desembarque un poderoso ejército Almohade desde África,  al frente del poderoso Califa Yusuf II. El Rey de Castilla pide ayuda desesperada a los Reyes de Aragón, Navarra y León, pero ante el retraso de las fuerzas del Norte, toma la imprudente decisión de enfrentarse a casi 300.000 efectivos para defender la posición de Alarcos, con los 10.000 efectivos de caballería pesada castellana al mando del Alférez del Rey, Don Diego López de Haro, sin esperar a sus aliados, acabando el combate en un completo desastre. Maestres de Calatrava, portugueses de Évora, Obispos y buena parte de la nobleza castellana se sacrificó en vano, y además se perdió toda La Mancha, y milagrosamente,  los restos del ejército y el propio rey, pudo hallar efugio tras los muros de Toledo.  No será hasta las Navas de Tolosa, en 1212, cuando se recupere la capacidad militar castellana,  contando con la mayoría de sus aliados, y el territorio volvería a reorganizarse, bajo la supervisión de las citadas Órdenes militares.

Desde las Lagunas de Ruidera, formado por quince remansos fluviales de azuladas aguas, sobre el curso del Rio Pinilla o Guadiana Viejo, separadas por barreras tobáceas,  gracias a la peculiar sedimentación de los abundantes carrizos de la zona. No hay que perderse la Cueva de Montesinos (pasó una noche velando  el Quijote) o la Casa del Rey en Ruidera (comimos unas estupendas codornices escabechadas típicas), y junto a la presa, el  Castillo de Peñarroya (tomado en 1198 a los moros, el Alcaide pidió clemencia a cambio de descubrir un gran tesoro, en una bóveda del fondo del castillo, entre lo que se encontraba la imagen de la Virgen de Peñarroya, patrona desde entonces de Argamasilla de Alba. En 1215 será la encomienda más importante de la Orden de San Juan). Antes de acercarse a Argamasilla, nos acercamos a Tomelloso.
Tomelloso es para mí una ciudad imaginaria. De la antigua aldea de Tomilloso, economía cerealistica, y gracias a la filoxera, imperio de la vid; tiene en la literatura¸ de la mano del fundador del  diario el Obrero, Don Francisco Martínez Ramírez, además de cronista, biógrafo, historiador y novelista. Fue un político liberal (llegó a ser Gobernador Civil de Huesca, con la Republica) y un economista pionero (gran defensor del ferrocarril como motor de desarrollo). Pero el otro gran personaje es Francisco García Pavón, creador de la serie de novela negra española de la posguerra, con Plinio (policía local de Tomelloso) y don Lotario (veterinario de la localidad), como compañeros de aventuras, siendo el cuartel general el casino de la localidad, y cuya lectura costumbrista y de crítica social, me hizo pasar grandes ratos en mi adolescencia (llevado con éxito a la televisión, era como El Caso actualmente, una crónica de la época).

No muy lejos esta Argamasilla de Alba, donde el eminente Azorín establece pudo ser el origen de la novela del Caballero de la Triste figura (personaje melancólico, cómico antihéroe que retrata nuestra decadencia). En la Casa de Medrano, en Argamasilla de Alba, lugar donde se dice que estuvo preso, en una cueva el nuestro Príncipe de los Ingenios, Don Miguel de Cervantes Saavedra, vislumbró la primera novela moderna escrita en español, El Quijote (buena excusa, para volver a releerlo otra vez, va a ser esta visita, amigo Sancho). Preso en muchas ocasiones, hoy Cervantes sería considerado un investigado (término políticamente correcto que sustituye a imputado, por la asociación de ideas  que surge con las mozas de partido, y la colección de reputados académicos,  que cervantes llamaría Monicongos, Paniaguados,  Caprichosos, Burladores, Cachidiablos o Tiquitoques, que pululan por la res pública patria), después de vivir una vida apasionante de viajero y soldado (no quiero olvidar que estuvo en la gran batalla de Lepanto, en el tercio de infantería de Marina de Miguel de Gurrea y Moncada, y embarcado en la galera Marquesa, fue herido en combate luchando en uno de sus esquifes, en  la flota española  comandada por el Almirante Don Álvaro de Bazán,  Marqués de Santa Cruz, que precisamente residía en la Mancha, en el Viso del Marqués). En este pueblo de Argamasilla, esta la casa de Sansón Carrasco, y en la Iglesia de San Juan Bautista el cuadro-exvoto que donó don Rodrigo Pacheco, fechado en 1601, caballero demente, en el que se inspira Cervantes para crear el personaje del Quijote. Ese caballero español que, sin mirar siquiera si eran buena o mala gente los oprimidos, siempre estaba de parte del perseguido y maltratado, defendiendo al desposeído, aunque luego resultase que aquella gente eran también unos pillos, desagradecidos y acababan maltratándole a él. Esta compasión hacia los perdedores, de los que están en la base social, empobrecidos o víctimas de la crueldad social, es una vivencia tal vez personal y autobiográfica, que el autor asume para la literatura, mezclando el ingenio del dominio del idioma, y su capacidad poética, con el testimonio de una época de cambios, con unos valores morales y arquetipos sociales que se tambalean, siempre en un contexto de crisis o cambios, en la manera de relacionarnos entre nosotros. Desde que lo leí, siempre pensé que un quijote mejor alimentado y menos lector, y un Sancho más delgado y mejor pagado, habrían sido unos  grandes vendedores de encajes y blondas en Barcelona, y tal vez hubieran sido hábiles diplomáticos en los Países Bajos, o justos fundadores de establecimientos coloniales en América. Pero no sería ya nuestra historia, ni reflejaría nuestras contradicciones, ni sería la crónica de otra época, presente o futura. No seríamos nosotros.

Las Tablas de Daimiel, son una visita obligada para los amantes de la naturaleza y a los que nos enseñaron geografía de España, y aprendimos aquello que los ojos del Guadiana. Ese complejo ecosistema en la actualidad destruido, por el descenso del nivel freático, cultivado en parte y en combustión interna de las turberas que se acrecienta cuando hay sequía y baja aún más el nivel, es  un complejo humedal  que se forma en la confluencia de las fuentes subterráneas de aguas dulces permanentes que dan lugar al río Guadiana (parece ser nada tienen que ver con las lagunas de Ruidera) y las salobres e irregulares de su afluente el rio Cigüela y arroyos adyacentes. Es un lugar impresionante, que peligra por la sobreexplotación de los acuíferos y por las frecuentes sequías, pero en la que hay entre los Tarayes, únicas especies boscosas del parque, marjales de carrizo (como en Ruidera, gracias a las aguas dulces) y la masiega, gracias a las aguas palustres y saladas que aporta el Cigüela.  Entre las aneas, bayuncos y juncos escondidas o descansando entre las praderas de ovas, en los fondos inundados hay una colección de aves migratorias, de las que sobresale la garza (imperial o real), junto con la garceta, los martinetes o el avetoro , el pato (colorado o cuchara), el ánade (silbón o rabudo), la cerceta , el alcotán, el zampullín , la cigüeñuela , el buitrón , el bigotudo, avefría, calandria, aguilucho lagunero, la focha común, la polla de agua, el martín pescador o el porrón (pardo o moñudo)), etc..
En la fauna sedentaria cabe citar al cangrejo de río, que fue antaño muy abundante e importante fuente de ingresos para las familias de Daimiel, hoy casi está extinguido por estas aguas, y que poblaban los majanos o casas típicas del lago. Tras la introducción del lucio ha desplazado al autóctono barbo, la carpa y el cachuelo, a punto de desaparición. Anfibios y reptiles como tortugas, ranas, sapos o salamandras, alacranes o langostas, además de culebras de agua completan el ecosistema los mamíferos como lirones, nutrias, musarañas,  el turón, el zorro, la nutria, la rata de agua, así como conejos, liebres o comadrejas. También algún jabalí.

Era Ciudad Real la última provincia española que no había visitado, y he de mencionar que la ciudad fue estratégicamente  fundada por Alfonso X, el Sabio, como contrapeso a Calatrava la Vieja, la antigua ciudad de paso hacia el norte, y que estaba controlada por las Órdenes Militares (su poder y capacidad de veto era equiparable al de los reyes). Se crea la Villa Real en medio de territorio feudal, para tener poder reconquistar el sur sin cortapisas.
No hay que perderse la puerta de Toledo, con arco de herradura (construida por Alfonso X), la Catedral de Nuestra Señora de Prado, la iglesia de Santiago o la Ermita de Alarcos, ambas del siglo XIII. Casa del Arco: Primer Ayuntamiento de Ciudad Real, un edificio de planta del siglo XV aunque la fachada es del siglo XVIII; fue expropiada por los Reyes Católicos al rabí judío Alvar Díaz para que fuese el Ayuntamiento de Ciudad Real, lo que fue hasta 1866. Es el edificio gubernativo más antiguo de Ciudad Real y uno de los más antiguos de la provincia.
Hablando de Alfonso X, el Sabio. Quiero hacer una breve reseña sobre este monarca adelantado a su tiempo, por su gran cultura e inteligencia. Era biznieto de Federico Barbarroja, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, por parte de su madre, Beatriz de Suabia que era su nieta (esposa de Fernando II el Santo). Se dice de él, que instado por algunos de sus asesores, para que reclamara el imperio (tal como hiciera muchísimo después Carlos I), rechazo de plano esas pretensiones. Los resultados fueron estabilizar económica y culturalmente  el país, casi acabar la reconquista y una larga época de prosperidad económica y social. En cambio, los derechos a la sucesión al imperio de los Austrias, supondrían para el Emperador Carlos,  pese a la financiación constante  de los Tesoros de las Indias y de los empréstitos de los banqueros alemanes ( Wesel y Fugger), continuos conflictos por la hegemonía imperial  y la religión (no sabemos si imbuido por el espíritu quijotesco también), que llevarían a un empobrecimiento paulatino e irreversible del país, mostrado por el advenimiento de diversas bancarrotas e interminables guerras. 
Seguimos en Ciudad Real, ante la portada renacentista del Museo del Pintor Manuel López Villaseñor.  En esta casa nació otro de nuestros héroes olvidados, el valeroso Hernán Pérez del Pulgar, el de las Hazañas, un intrépido militar al servicio de los Reyes Católicos, que en su juventud destacó por defender la Ciudad Real de los intereses feudales de los calatravos, y en la Guerra de Granada. Es conocido por la hazaña del Ave María, dada en un asalto nocturno a Granada, esté y sus tropas llegaron hasta la puerta de la Mezquita Mayor,  y clavó con su daga la oración del Ave María a modo de guerra psicológica contra los moros. Fue cronista de la guerra de Granada. Pero más tarde en Italia, junto con Gonzalo Fernández de Córdoba, “el Gran Capitán”, y siendo su lugarteniente reformaron las tácticas de la infantería española en Ceriñola, las cuales darían lugar a los célebres Tercios Españoles de infantería,  invictos durante más de 150 años en todos los campos de batalla de Europa, gracias a sus innovadoras tácticas de despliegue y repliegue.
Al recalar en la villa de Almagro de nuevo vuelvo a pensar en Cervantes, que siendo recaudador de víveres de la armada, quiso marcharse a América para empezar una nueva vida, pero no le fue concedido el permiso para hacerlo. Y me planteo que si no fue el espíritu quijotesco, el que realmente impulsó la conquista de América. Todo ello ante la estatua de Diego de Almagro, el descubridor de Chile, natural de la villa de Almagro (El emperador Carlos le concedió con la gobernación de Nueva Toledo, al sur de Perú, y el título de Adelantado de las tierras más allá del lago Titicaca, en Sudamérica), pero moriría trágicamente en la guerra civil que se produjo en Perú con el que fue primero socio y luego rival, el Conquistador del Imperio Inca, Francisco de Pizarro. Cuántas veces hemos querido y no podido, coger las maletas hacia la aventura, o la hemos vivido sin ni siquiera hacerlas.

Pero es un lugar apropiado, como toda la mancha, para comer bien, saboreando el producto más típico y afamado de Almagro, que es la berenjena,  y que se prepara con un aliño a base de vinagre de procedencia árabe. Pero también  son típicos  los duelos y quebrantos (huevos fritos con chorizo, nombrados en el capitulo primero del Quijote), el tiznao y el somallao, el asadillo manchego, las manitas de cerdo, las gachas, y el pisto manchego, así como las judías verdes con el mismo aliño de las berenjenas. Siempre regados  con deliciosos vinos de la Mancha  o Valdepeñas, acompañando a sus magníficos quesos. Los postres de esta época, torrijas, buñuelos de viento o de manzana, panecetes dulces, rosquillas de vino o flores manchegas.
Lo cierto es que Almagro es una gran villa señorial, con una arquitectura civil notable (casas solariegas adosadas y Palacios) y muy vinculada al teatro, con una semana santa impresionante, y con mucha historia también. Su topónimo es árabe (al-magra o magrib, según se interprete como arcilla roja o el oeste, en alusión a una alcazaba originaria de la ciudad). Pero lo cierto, es que no será hasta que los Maestres de la Orden de Calatrava, la elijan como lugar de residencia y centro gubernativo de sus extensas posesiones. Obtiene por estos el fuero de villa en 1213, confirmado por Fernando III en 1222. En 1273 Alfonso X el Sabio convocó Cortes en Almagro, lo que indica la importancia de la misma. El comercio arraigó en la villa con la concesión de dos ferias por Enrique II en 1374. Pero es en el siglo XVI y XVII cuando la población aumenta y la villa adquiere su máximo esplendor, y dan fe las numerosas casas y Palacios, como la Casa del Mayorazgo de los Molina y la de los Rosales; la Casa del Prior y la Casa del Capellán de las Bernardas. La Casa solariega de los Oviedo está situada al final de la calle Ramón y Cajal. Palacio de los Marqueses de Torremejía, Palacio de los Condes de Valdeparaíso. Palacio de los Medrano. 
Pero es sin duda, el Palacio de los Fúcares (resuenan los sonetos de Quevedo), lo que me ha llamado más la atención. En realidad, el palacio es un almacén en el que se administraba los intereses de los banqueros suabos originarios de la Selva Negra y afincados en Ausgsburgo, y precursores en el siglo XV y XVI del capitalismo moderno. El emperador Carlos tuvo que alquilar las Rentas de los Maestrazgos de las Ordenes Militares (habían pasado a la Corona, con la hábil intervención del Rey de Aragón Fernando el Católico), además de las minas de Almadén, a los Fugger (los Fúcares, en Almagro), como pago a los intereses de los cuantiosos empréstitos otorgados para su Coronación y campañas, sobre todo de religión, contra los príncipes alemanes protestantes. En realidad, se almacenaba grano y mercurio de Almadén, y la dirección de los negocios corría a cargo de sus banqueros alemanes apoderados, que a su vez disponían de casa solariegas propias. Hay que destacar las portadas de la Casa de los Wessel, y de la Casa de los Xedler, alemanes que se afincarían en Almagro casados con damas de la alta nobleza manchega.
También tiene importantes edificios religiosos, como la gran iglesia tardo gótica de  la Madre de Dios.  Es el templo de mayor, superando en espacio a la propia Catedral de Ciudad Real. 
La iglesia de San Blas, originalmente denominada de San Salvador hasta el siglo XVIII, su reedificación en la primera mitad del s. XVI,  es una donación de Jacobo Függer que agradece al salvador  y la providencia las cuantiosas riquezas logradas en la Mancha. Es impresionante como los miembros de la cofradía de la Esclavitud de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas y María Santísima de la Esperanza, una compañía de Armaos de Almagro con sus relucientes armaduras, velan con rigor militar el paso, como fieles herederos de las antiguas órdenes militares (su comandante, capitanes y tenentes, degustan la  tradicional limona antes de los desfiles).
El Convento de Santa Catalina de Siena, en la actualidad Parador Nacional de Turismo, hay que perderse por la noche en las estancias y en la bodega para acabar en el claustro conocido como Patio del laurel para intentar ver los fantasmas de los monjes. Son recomendables las visitas a los Convento de la Encarnación Dominica y al Convento de la Asunción de Calatrava. El Convento de Nuestra Señora del Rosario que es la antigua Universidad Renacentista, que como todas las grandes villas en el XVI,  universidades menores, que atenderían las necesidades culturales y religiosas de la creciente población local. 
Convento del Santísimo Sacramento y la Iglesia de San Agustín, junto a la magnífica plaza mayor, es una de los más importantes y en sus bóvedas y cúpula existe un enorme conjunto de pinturas al temple que pertenecen al barroco manchego y que representan un programa iconológico completo alusivo al Santo Sacramento, San Agustín y la Virgen. La iglesia constituye una obra maestra del barroco provincial y tipológicamente está más cerca del barroco andaluz que del madrileño.
Su gran Plaza Mayor en su origen plaza de armas de los calatravos  y sede de su feria de comercio, con planta rectangular irregular y dos pisos, inspirada en las plazas flamencas y holandesas, destaca su famoso Corral de Comedias del siglo XVII, el único que se conserva íntegro de esa época y el museo del encaje (los encajes de blondas o de bolillos, compitieron en calidad con los catalanes durante el siglo de Oro). Es impresionante ver el atardecer manchego, tal y como los retrató El Greco en sus cuadros Toledanos, con largas pinceladas con tonos mezcla de azulón, purpura, y hasta fucsia, en un atardecer único, mientras desfilan pasos de semana santa, con vírgenes de rostro sereno y belleza singular del sur, como las elegantes mujeres manchegas, que con sus mantillas y encajes negros, acompañan a las cofradías, engalanadas y sobradamente elegantes.  

El asistir a una comedia de Maquiavelo  en el Corral de Comedias titulada, el virtuoso adulterio, sirve de escusa para acercarse al nuevo Museo Nacional del Teatro,  perteneciente al Ministerio de Cultura, al que desde 2004 se ha añadido  los  Palacios de los Maestres de Calatrava. Un recorrido histórico por el género, desde el teatro romano a los misterios medievales, tragicomedias hasta llegar al teatro del Siglo de Oro, con sus Corrales de Comedias, abarrotados por público ávido de obras de Cervantes, Lope, Calderón o Tirso de Molina. Hasta los modernos teatros decimonónicos, con su vestuario y el reconocimiento social de los actores y actrices, retratados por los Madrazo, Goya o Esquivel. La representación de la Opera y de nuestra Zarzuela (Hilarión Eslava, Bretón, Chueca, Chapi o Barbieri), o la pasión que levantaba el mismo antes de 1936, con autores o actrices de la talla de María Guerrero o Margarida Xirgu, antes de la irrupción del Cine en el mundo de la escena.
Como escribió William Shakespeare, conocedor y admirador de la Obra Cervantina (no hay reciprocidad,  parece ser, pese a que escribiera Don Miguel La Española Inglesa, y nombrara al Amadís procedente de la región de Gaula, en las Islas Británicas):
Todo el mundo es teatro, y todos los hombres y mujeres no son sino actores. Tienen sus entradas y salidas de escena, y cada uno de ellos interpreta diversos papeles en la vida….

Hagan sus ensayos, y que se levante definitivamente el telón, para que Dios y el público juzgue en todos nuestro proceder. La sintonía musical de este viaje ha sido Maneras de Vivir de Rosendo (tal vez, el cantante actual más cervantino que tenemos, y además que pasa largas veladas en Montorio), y he de decir que la relectura del Quijote, me ha está resultando apasionante, porque sigue siendo tan nuestro, y tan actual.

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