jueves, 20 de septiembre de 2012

NACIONALISMO BALSÁMICO


El experimento del Estado Autonómico Español, se gestó como muestra de generosidad hacia los Nacionalismos Vasco y Catalán fundamentalmente, tratando de atraer a ambos, de manera desigual, a la nueva Constitución. En esto coincido con Esperanza Aguirre, una de las mejores políticos Españoles de la Época reciente (que ha dilapidado su capital político huyendo de la policía o con sus talentosos imputados).

La feliz idea del café para todos, lejos de tratar de contentar a los nostálgicos de Fueros y  Greuges, consagraba una deriva Institucional con la fundación de 17 nuevos Entes, que multiplicaba castas políticas y creaba incentivos a una carrera por la diferencia ciudadana, mimetizado comportamientos del estado unitario en sus respectivos terruños, fragmentando el mercado interior y creando agravios artificiales entre ciudadanos de un mismo país. Un lujo pensado para ricos descubierto por unos pobres ciudadanos que han tomado contacto con la realidad gracias a la crisis.

Nadie entre los Patres Conscripti que gestaron el artículo VIII, pensó en autorizar entidades fiscalmente viables (que superasen ampliamente el minifundio productivo que suponía por ejemplo el  8 % PIB País Vasco), ni en eliminar los privilegios fiscales rémora del pasado histórico, ni mucho menos el tener en cuenta la teoría de los juegos, a la hora de predecir una más que probable colapso del sistema a largo plazo.

Con la crisis económica de trasfondo, vemos como Cataluña pide la Independencia, argumentando que produce el 18,6 % PIB y que quiere un concierto fiscal similar al Vasco (con un nivel de vida superior, gracias no solo al concierto sino a los privilegios añadidos por su especial situación política), tras haber sido esto años el adalid de las constantes modificaciones quinquenales en la financiación autonómica y del órdago del último Estatut, con el beneplácito de Gobiernos y Tribunales, verdadero proyecto de Constitución anidada sin parangón en otro Estado Europeo.

El cambio de modelo que se proponen, sería de dos modos posibles:

a)      Divorcio amistoso: La fórmula política sería la de la Constitución anidada, más un Concierto Fiscal Negociable, permitiría seguir en el Euro y con más del 50% de sus exportaciones a España. Además los cerca de 16.000 millones extra, acabarían con la crisis de deuda en Cataluña permitirían expandir la marca Cataluña tanto a nivel interno como externo. Piensan que es la menos traumática, ya que cuentan con el apoyo de los empresarios catalanes y con el respaldo de muchos políticos progresistas, alineados en la bandera del federalismo.


b)   Divorcio unilateral: Supondría abandonar el euro y una reducción sustancial del nivel de vida, que conllevaría deslocalización de empresas y pérdida de población dependiente de la Seguridad Social. A corto plazo Cataluña quedaría aislada, pero a largo se podría levantar un Estado Catalán que colmara las expectativas de la burguesía y las clases más insatisfechas de Cataluña. Un posible obstáculo podría ser el tema de la deuda de la Generalidad pero insignes economistas catalanes propugnan que la Generalidad es Estado Español, y como tal es él el que debería devolver la deuda.

Este nacionalismo balsámico, cura de todos los problemas sociales de los catalanes, les argumenta que evitando la Tax Spoliation (stopespoli campaign), se acabaría con las necesidades primarias de todos los niños catalanes o que con el derecho a decidir, la Industria Catalana seria como la Alemana. Algo tan grave como la secesión, se disfraza con argumentos emocionales o pueriles, pensando que no va a pasar nada, como hasta ahora,  y que todo el mundo va a ser comprensivo con el Lema efectista de España Nos Roba.

Los rescates de todo tipo que nos exigen poner fin a la irresponsabilidad presupuestaria, son vistos como una grave amenaza para una clase política nacionalista acostumbrada a explotar las debilidades de un Estado poco riguroso con los derechos de sus ciudadanos y muy condescendiente con los desafíos dolosos de sus políticos periféricos.

La solución a la revuelta independista va a ser la tradicional, algo de pasteleo previo o posterior a elecciones anticipadas, y aplazar el problema para cuando suban los partidarios del secesionismo unilateral. Paralelamente a esta indefinición o falta de rumbo institucional, está surgiendo en España un sentimiento bipolar similar, que podríamos llamar Cataluña nos expolia sutilmente con sus astucias comerciales, por medio de sus empresas activas en nuestro territorio, y sus interminables reivindicaciones fiscales para financiar sus tratamientos identitarios nacionales y embajadas. Nadie somos imprescindibles cuando nos perdemos el respeto, como es el caso, y toda crisis económica al final no deja de tener sus propios efectos terapéuticos afortunadamente.

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