jueves, 30 de enero de 2014

DE LEIBNIZ A GÖDEL, LA INCUESTIONABLE VALIDEZ DEL PENSAMIENTO LOGICO RACIONAL

He acabado de leer con fruición, y no sin un cierto grado de dificultad, un pequeño y gran libro escrito por la novelista y filósofa norteamericana Rebecca Goldstein, publicado en el año 2007 titulado “Gödel. Paradoja y vida.”
El libro es aparentemente una biografía, pero con serias reflexiones sobre la evolución del pensamiento filosófico del genial matemático nacido en Moravia (Chequía), aunque cultural e intelectualmente ligado a Viena y su Universidad, pero exiliado forzoso tras la Anexión de Austria por parte de los  Nazis (Anschluss 1938), en el Instituto de de Estudios Avanzados de Pricenton, donde coincide con quién sería su gran y único amigo Albert Einstein,  y de una manera anecdótica o tangencialmente con una joven estudiante, la autora Rebecca Goldstein.
En la primera mitad del siglo XX el idioma científico internacional es el alemán, y coinciden la obra de Gödel, con su dos Teoremas de incompletitud, con la Teoría general de la relatividad de Einstein y el Principio de incertidumbre de Werner Heisenberg de manera que instauran una nueva era en el campo de la lógica, las matemáticas y la física.

Se considera a Kurt Gödel el lógico más importante desde Aristóteles, sin desmerecer la obra de su admirado Leibniz, también pensador alemán del XVII. Su primer teorema de la incompletitud consigue demostrar (usando una técnica sencilla de codificar signos y fórmulas denominada Números de Gödel)  que en cualquier sistema formal de aritmética existen proposiciones verdaderas que, sin embargo, no pueden demostrarse (se trata de construir una cierta fórmula, la «sentencia de Gödel» G, que no puede ser probada ni refutada en T: ni G ni ¬G ; es decir la negación de G, son teoremas de T. Se dice entonces que G y ¬G son indecidibles o independientes en T).
Este resultado creó una conmoción mucho más allá de las matemáticas, en especial su Corolario o consecuente segundo Teorema de Incompletitud que dice que la consistencia de los axiomas no puede demostrarse en el interior del sistema.
Estos teoremas dan respuesta negativa a los intentos de demostrar la corrección de los razonamientos matemáticos basados en objetos infinitos usando tan solo razonamientos basados en objetos finitos, menos potentes que los primeros (es el llamado programa formalista de Hilbert, que comenzó con los trabajos de Frege).

El teorema de la incompletitud implica también que no toda la matemática es computable, y que la metamatemática del ser humano siempre superaría a la capacidad de las máquinas.
Mención aparte, es la incredulidad y frialdad (salvo John Von Neuman) con que la comunidad científica recibió éstas grandes aportaciones. La reaccion de Wittgenstein (parecida en el fondo a la respuesta de Voltaire a los descubrimientos de Leibniz)  y el  error en las interpretaciones de su teorema por parte de los pensamientos filosóficos entonces en boga, desde el positivismo al postmodernismo.
Su estancia y convivencia en Pricenton (también habla del nacimiento del IEA, o Instituto de Estudios Avanzados de sus directores y de las controversias por los nombramientos) le acercaron a su amigo Einstein, que como él se sentía exiliado intelectualmente, mientras su obra era al fin aclamada y controvertida en la segunda mitad del siglo XX. El primero, tímido e introvertido, con una tendencia al aislamiento de consecuencias trágicas, que se agudizan con la muerte del popular y extrovertido Einstein.


Muchas anécdotas curiosas, rumores y realidades de campus que recoge magistralmente la autora del libro. Destacables son la contradicción lógica en la Constitución Americana, que podría derivar en la instauración legal de una dictadura en los Estados Unidos.
Hacia el final de la década de 1940, un  Gödel interesado por la física, demostró la existencia de soluciones paradójicas a las ecuaciones de campo de la relatividad general de Albert Einstein. Estos "universos rotatorios" permitirían viajar en el tiempo a través de “time loops” y provocaron dudas en Einstein sobre su propia teoría, en el sentido de que quizá era matemáticamente posible, pero no físicamente. Sus soluciones se conocen como la métrica de Gödel (o el Universo de Gödel).
Durante sus muchos años en el Instituto, los intereses de Gödel se tornaron hacia la filosofía e incluso, pareces ser y plácidamente, a la poesía. Estudió concienzudamente las obras del racionalista y siempre admirado Gottfried Leibniz.

Leibniz, a finales del XVII fue un gran filósofo, lógico, matemático, jurista, bibliotecario y político alemán. Considerado como el último genio universal,  al que debemos, entre otras cosas, el desarrollo y la notación actual del cálculo infinitesimal; también inventó el sistema binario, fundamento de virtualmente todas las arquitecturas de las computadoras actuales.
 Gödel sospechaba, sin evidencia alguna, de que la mayor parte del trabajo de Leibniz había sido deliberadamente suprimida. Su argumento era que de haber hecho caso a Leibniz, la humanidad sería más racional e inteligente, y no cometería los dislates que la clase dirigente le hace cometer. En menor medida también estudió a Kant y a Edmund Husserl.

Al principio de los años setenta Gödel divulgó entre sus amistades, una novedosa elaboración de la demostración ontológica de Leibniz sobre la existencia de Dios, la cual se conoce ahora como la demostración ontológica de Gödel.

El aislamiento, debido en parte a su enfermedad y paranoia, al que socialmente le sometieron sus colegas, hizo que no se estimulara más la aportación a la ciencia de éste gran y muy  poco conocido genio del siglo XX.

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