Toda esta decadencia de Huesca,
será plasmada por el escritor e intelectual turolense, Braulio Foz. Quién fuera
primero, un alumno de la Universidad Sertoriana, y guerrillero en la partida de
Perena en la Guerra de la Independencia y coetáneo, tal vez nada más; de mi
tatarabuelo Diego Lanuza Boned. Fue tras la guerra quien estableció la Cátedra
de Latín en la misma, treinta años antes de su desaparición en 1845.
Su obra literaria más conocida es
La vida de Pedro de Saputo, que se mueve a través de una serie de géneros y
modalidades como la novela cervantina, la picaresca o el relato folclórico. Esta
sencilla obra, aglutina los fundamentos de las letras de los siglos XVI y XVII,
pero mostrando la realidad contemporánea de su tiempo, con el clásico costumbrismo del somontano oscense.
El populismo, la mitología y la topografía del territorio juegan un papel esencial.
Pedro Saputo en un héroe épico, procedente de los ancestros del Medioevo que
se implicaron en la reconquista de Huesca y centra su personalidad como
educador de una sociedad rural entonces anquilosada y muy atrasada. Dentro de
este libro destaca, entre otras cosas, la crítica a los sistemas pedagógicos
vigentes en la época.
La chanza de Pedro Saputo en el
Capitulo XV, en unas de sus correrías cerca de Apiés, en el Salto de Roldan cerca del río Flumen, bien
podría servir de muestra de la fantasía y del humor socarrón de los oscenses.
Una manera de ver las cosas, que como aragonés comparto con mis antepasados,
cuando contemplo con cierto desapego, como soy el primero en muchas
generaciones que no tengo ya Bodega y que hace tiempo que arranqué la viña de
mis abuelos. Precisamente añado una foto de la misma, porque la búsqueda en el
registro de la propiedad de la misma ha propiciado estos seis pequeños relatos
genealógicos. Y lo hago con una sentida nostalgia de mi tierra, pues no volveré a reírme ya más, espero, entre
escalofríos y con la nariz roja, de aquellos ecos lejanos de la sabiduría
popular aragonesa, dichos por espíritus de otro tiempo procedentes de mi pueblo: Mientras en
Guara haiga nieve como a coda d’ una golondrina, no tiens guaire segura a viña.
Si alguien de Apiés le explicó la
historia de Roland a Saputo, el más universal de los naturales de Almudevar, bien
pudiera él respondernos un poco a lo “somarda” a nuestra diletante curiosidad:
1º) Los Lanuza de Igriés podrían
proceder de Arguisal o de Esposa, o de Biescas, dado que había una cabañera que
desde la Edad Media, utilizaba la calzada romana de Somport. Esta ruta se
incorporó a la red de Cabañeras del Reino de Aragón con el avance de la
Reconquista, pasando a llamarse de Viñamala o Comachibosa en aragonés; y unía
el Valle del Ebro con los Pirineos hasta el Pico de Vignemale Francés. Todavía
en la actualidad, se sigue haciendo a pie la ruta desde Borau, Sabiñánigo,
Ipiés, Lanave, Arguis, Igries hasta Almudevar. Pero también es muy posible que
procedan de Apiés, siendo parientes directos de los Lanuza autóctonos de dicho
lugar, por la frecuencia de matrimonios con vecinas del mismo, probablemente
concertados entre sus parientes. La llegada a Igriés pudo ser con motivo de la
expulsión de los moriscos, dado que quedaron casas vacías y tierras vacantes
para laborar o pastorear.
2º) Los Lanuza de Apies debieron
de llegar al pueblo con el avance de la reconquista, y debieron de participar
con Sancho Ramírez en, la dilatada en el
tiempo y muy costosa, conquista de la Hoya de Huesca. Aunque no hay datos
historiográficos que lo corroboren, por la enseña de su escudo heráldico, ellos
pudieran tener alguna relación con los toponímicos de Santolarieta o Santolaria
la Mayor, atalayas fronterizas con el mundo musulmán en el siglo XI y
descendientes directos de los Santaolalla, la primera gran rama de justicias
nombrada por Zurita, procedentes de los Lanuza.
3ª) El asentamiento en Apiés,
surgiría como necesidad de repoblar con mesnaderos cristianos las nuevas tierras
reconquistadas. La actividad bélica debió dejar de ser prioritaria tras la toma de Huesca, centrándose
en sus haciendas y labores agrícolas . Se expandirán por
la misma ciudad y por algunas localidades cercanas como Apiés , Arascués, Puibolea o
Chimillas entre los siglos XIV y XV. Siendo importantes en dichos pueblos, dado
que asisten algunos como Infanzones a las Cortes Aragonesas de 1626. Está
documentado que en 1669 serán los de Arascués los que ganan la Salva de
Infanzonía.
En 1591, en la época de los
levantamientos aragoneses y en la época en que nace mi tatarabuelo Viturián,
desempeña el cargo de Bayle y Juez ordinario en Chimillas, Andrés de Lanuza, y
esas mismas funciones las ejercía en 1681, Gaspar de Lanuza. Con lo cual podemos
concluir que los miembros de estas familias rara vez se movieron de los alrededores de Huesca,
salvo los que no dispusieran de algún tipo de hacienda, ya por no ser los
herederos o buscaran fortuna con su trabajo, o por medio de un matrimonio
favorable.
Los Lanuza de mi familia, los de
Huesca, parece ser que siempre permanecieron fieles a sus “mallos” y a su
terruño ancestral, y como hicieran Saputo o los Mosqueteros Gascones del Cyrano
de Edmond Rostand, no fueron muy proclives a relacionarse con el poder establecido,
ni participaron de sus liturgias o conciliábulos. Como diría Francis Bacon,
nunca sucumbieron al extraño
propósito de perseguir el poder y perder la libertad, como otros tantos
hicieron. De su pasado esplendor, no sé si conservaron sus genes bearneses pero
estoy seguro que conservaron su carácter.
No me resisto a terminar estas breves notas finales sobre mis
antepasados, desde el Salto de Roldan, con una cita de la Divina Comedia, de Dante, en el canto undécimo:
¡Oh insensatos afanes de los mortales!, ¡Cuán débiles son las razones que os
inducen a bajar el vuelo y rozar la Tierra con vuestras alas!
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