Me pregunto el porqué nuestros deportistas nos
unen tanto, y por qué son tan buenos, y me pongo a pensar en el liderazgo que
ejercen en sus deportes, y en su propia génesis o desarrollo como profesionales.
Nuestros deportistas de élite, son una porción
de nuestros conciudadanos que tienen grandes cualidades personales, pero que
por diversas circunstancias han logrado triunfar desarrollando sus propias
dotes de liderazgo. Empezando por el empeño de sus progenitores, a los que no
les ha dolido el sacrificarse por ellos, sin desdeñar su propia disciplina y
valores deportivos, pero sobre todo una estructura deportiva eficiente en
España, con unos entrenadores muy cualificados que han sido generalmente
deportistas en su juventud.
Este modelo de éxito, no parece que sea extrapolable
al resto de los sectores sociales del país, que viven sumidos en un sentimiento
de ruina y fracaso bastante generalizado,
salvo loables excepciones. De nuevo deberíamos fijarnos en la Escuela o en los
centros en los que se forman los líderes sociales o políticos. Estos últimos
fundamentalmente en los mismos Partidos y con un bagaje de liderazgo inexistente
y siempre supeditado a la obediencia férrea a la nomenclatura.
Cuál es la razón por la que en cualquier deporte
seamos tan buenos, y como empresarios o dirigentes dejamos tantísimo que
desear.
Muchas veces, dirán muchos, es cuestión que te
dejen jugar el partido, sin que medie la baja política, la subvención de lo mío o el regalo interesado. Sólo un cambio de rumbo, poniendo a los mejores en las Instituciones Nacionales, nos devolverá el respeto cuando nos lo merezcamos.
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